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Rocío Magalí Vera

Estaba contenta, iba a Instagram a contarte que mi profe del seminario de Artivismos me había hecho unas sugerencias de diseño que dispararon cambios en este sitio. Escuchaba Acido Pantera mientras cambiaba paletas de color, y voy a subir algo, y veo la noticia. Y empieza el dolor de estómago, la impotencia, la ira. Antes de tener cría no podía pensar el mundo desde las minoridades. Como adulta, si podía con algo, tendía a pensar que lxs demás también. No quería juzgar. Vivía ya en un lugar donde venimos de todo el mundo a convivir, y no me metía con las misoginias de otrxs. Todo era relativo. Hasta que parí una hembra. Y si fueran sólo micromachismos, misoginias casuales, con el hablar alcanza. Pero esto es otra cosa. Un genocidio por goteo, un disciplinamiento a más de la mitad de la población, a través del miedo. Y eso ya lo conocemos bien en Argentina. El miedo que causa saber que los ataques son rutina, que unos tipos como los demás no temen las consecuencias de torturar y matar. Y no es me interesan tanto los que lastiman, me interesa que cambie la gente a cargo de la inJusticia y la inSeguridad. Somos tan ciudadanas como los portadores de pene, les niñes son tan ciudadanxs como lxs que lxs atacan. Hace décadas que tendrían que haber cambiado las cosas. Desde María Soledad Morales y Marita Verón que los operativos policiales en Argentina tendrían que haber sido en las oficinas de gobernadores y otros poderosos, los palacios de Justicia y las fuerzas de Seguridad. Estoy harta de los puteros, los tratantes y los que se montan la fiesta gratis con el cuerpo que tienen a mano, porque les da paja pagar en el violadero de la zona. Sigo esperando verdadera igualdad, el derecho a sentirnos tan seguras o inseguras como el varón que tenemos al lado. No cuenten conmigo para pedir nomás, si algo me toca de cerca. Son décadas de violencia sin resolver. Argentina tiene una deuda patriarcal con mujeres, niñes y diversidades en particular, porque somos la población que también sufre el abuso de los oprimidos de otras maneras. Es hora de pagar, con intereses. Sin justicia real no hay seguridad e igualdad para mujeres y niñes.


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